Recientemente, se ha anunciado la reapertura gradual de numerosas áreas silvestres protegidas del Estado, administradas por la Corporación Nacional Forestal. Se estima que para el mes de Octubre, existan al menos 50 de estas áreas abiertas al público, bajo un estricto protocolo que considera medidas de seguridad para visitantes y personal de guardaparques asociado a estas áreas. 

Como Fundación, creemos que es fundamental enfocarse en dos dimensiones del desafío de reabrir nuestras áreas protegidas. Uno de ellos, es considerar las capacidades  de los equipos de guardaparques en cuanto a número de personal, condiciones de seguridad y alta demanda de visitantes ya que muchas veces no existen condiciones óptimas para recibir público y ahora pueden ser más evidentes las falencias del sistema, ocasionadas en buena parte por un insuficiente financiamiento estatal. 

Por otro lado, se debe considerar a las comunidades aledañas a las áreas protegidas, las cuales se estima sean los principales usuarios de estos lugares. Serán estas comunidades las que ejemplificarán actitudes correspondientes a estar en un área protegida, sobre todo en tiempos de pandemia. En este sentido, se presenta una oportunidad de fortalecer el vínculo entre “vecinos” que deben convivir con los impactos positivos y negativos de las visitas turísticas. 

Con todo, debemos mirar ejemplos de países que han tenido reaperturas graduales de sus áreas protegidas, como son Australia, Nueva Zelanda y Estados Unidos y que a pesar de tener gran demanda de visitantes, han funcionado de buena manera donde la sociedad ha podido entender que existen limitaciones y esto los ha llevado incluso ha colaborar activamente en el cuidado de dichas áreas. 

Finalmente como Fundación Áreas Protegidas, reiteramos el llamado a los visitantes de estos sitios de gran riqueza, a mantener la distancia y así evitar aglomeraciones, usar mascarilla y alcohol gel además de respetar las indicaciones de los guardaparques. 

De esta manera nos cuidamos entre todos.